El sol me va a terminar matando, necesito encontrar donde guardarme hasta que llegue la noche. De noche podré hacer más distancia.
Mirar al suelo. Siempre al suelo. La luz me ciega no bien alzo la cara, imposible mirar el horizonte sin herirme. Y sin embargo, debo hacerlo cada tanto, para no perderme.La sombra siempre a la izquierda. Hasta que la hora la pone directo bajo mis pies. Usar un punto de referencia entonces, en el horizonte, que tanto duele, para seguir.
La sombra hará su recorrido, agónico, hasta el otro lado. Poco a poco se irá estirando y sabré que, no importa lo que pase, llegará la noche y con ella el alivio.